lunes, 17 de febrero de 2014

Unidad 11 - Orfeo y Eurídice

Orfeo era hijo de Calíope, musa de la elocuencia y de Apolo y, por lo tanto, nieto de Zeus. Poseía el don de la poesía y de la música, por lo que se convirtió en el músico más extraordinario de todos los mortales y con su canto, deleitaba a todas las criaturas de la naturaleza.
Se enamoró perdidamente de Eurídice, una bella ninfa de los valles de Tracia y se casó con ella.
Todos a su alrededor parecían festejar su amor con la misma alegría viendo a los amantes paseando felices por la verde pradera.
Sin embargo, la adversidad los acechaba en el camino y se ensañaría con ellos. Una serpiente venenosa mordió a Eurídice, en su intento de escapar de Aristeo, el hijo de Apolo, que intentaba poseerla; así pues dejando escapar un grito de su garganta cayó herida de muerte.
Orfeo, desesperado, trató inútilmente de ayudarla, pero ya era tarde; el veneno se había esparcido por todo su cuerpo sin darle tiempo a nada e irremediablemente al poco tiempo murió en sus brazos.
Orfeo no pudo recuperarse de su profunda pena y toda la naturaleza lo acompañó en su dolor; las aves con sus agudos lamentos y los árboles emitiendo extraños y lúgubres sonidos con sus follajes.
No pudiendo soportar tanto dolor, Orfeo decidió bajar al Hades decidido a recuperar a su amada.
Acompañado por el barquero Caronte, atravesó la laguna Estigia; e iluminándose con una antorcha se hundió en la oscuridad de la morada de los muertos.
Lo acompañaron en su travesía los macabros sonidos de los fantasmas errantes, que no lo desanimaron, pues tan decidido estaba de hallar a su amada.
Encontró los rostros ajados de las Furias, y el Can Cerbero que custodiaba el palacio de Hades (Plutón) y Perséfone (Proserpina), los señores de los muertos que gobernaban el inframundo desde sus tronos.
Se postró a sus pies y tomando su lira comenzó a cantar una hermosa canción sobre su perdida amada.
Todos los presentes lloraron al compás de su triste canto y los reyes se apiadaron de él.
Eurídice fue llamada para que se presentara en el salón del trono y al encontrarse ambos amantes se abrazaron.
Hades permitió a Eurídice regresar al mundo de los vivos pero con una condición, que Orfeo no girase su cabeza para mirarla en su viaje de regreso, debiendo confiar en que ella lo estaría siguiendo.
Orfeo, regresó por el mismo camino lúgubre que le había conducido hasta el palacio de Hades, atravesando de nuevo la laguna Estigia y las macabras y oscuras sendas, rodeado de aullidos y lamentos.
Una vez Orfeo pudo ver la fuerte luz del Sol que anunciaba la salida, ambos se apresuraron a salir de la caverna.
Una vez fuera, Orfeo no pudo evitar darse la vuelta para volver a ver el rostro de su Amada, Eurídice aún tenía uno de sus pies apoyado sobre el suelo de la sombría y oscura gruta, cuando la condición de Hades decía que ambos tenían que estar iluminados en su totalidad por la luz del Sol.
Ni bien sus ojos llegaron a posarse en el bello rostro de la muchacha, cuando esta desapareció de nuevo entre las sombras para siempre.
Orfeo quiso seguirla pero espectros fantasmales le impidieron el paso. Desalentado, subió hasta lo alto de una colina y allí comenzó a llorar desconsoladamente.
Su lamento se fue convirtiendo en una triste melodía que atrajo a todos los animales del lugar, que mientras lo escuchaban trataban de protegerlo del fuerte viento y las inclemencias del tiempo.
Se cuenta que, a raíz de la pérdida de su esposa, ya no quiso volver a saber nada de las mujeres y decidió hacer de los hombres su elección en el amor. Esto no gustó demasiado a las Ménades, con las que en otros tiempos había retozado durante los ritos en honor a Baco.
Enloquecidas y despechadas se abalanzaron sobre Orfeo y entre todas lo despedazaron, aunque dejaron intacta su cabeza y su lira, que fueron arrojadas a un río, el Hebro, que las llevó hasta el mar mientras seguían emitiendo su triste melodía. La cabeza seguía pronunciando el nombre de Eurídice.

Eurídice muere en brazos de Orfeo
Hades y Perséfone permiten a Eurídice regresar con Orfeo
Orfeo y Eurídice en su viaje de regreso al mundo de los vivos
Eurídice regresa al inframundo

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