lunes, 2 de diciembre de 2013

Unidad 7 - Apolo y Dafne

Orgulloso Apolo de la victoria conseguida sobre la serpiente Pitón, se atrevió a burlarse del dios Eros, el hijo de Afrodita, por llevar arco y flechas siendo tan niño. Estas fueron sus palabras:
Dime, joven afeminado: ¿Qué pretendes hacer con ese arma más propia de mis manos que da las tuyas? Yo sé lanzar las flechas certeras contra las feroces bestias y enemigos. Conténtate con avivar con tus candelas un juego que yo conozco y no pretendas comparar tus victorias con las mías.
Eros, enfurecido, tomó dos flechas, una de oro y otra de plomo. La de oro incitaba el amor, la de plomo incitaba el odio. Con esta última disparó a la ninfa Dafne y con la de oro disparó a Apolo en el corazón. Apolo se inflamó de pasión por Dafne y en cambio ella lo aborreció. En el pasado Dafne había rechazado a muchos amantes potenciales y a cambio había demostrado preferencia por la caza y por explorar los bosques. Su padre, Peneo, le pidió que cortejara matrimonio para que así le diese nietos. Sin embargo, rogó a su padre que la dejase soltera, como la hermana gemela de Apolo, Artemis. A pesar de esto, Peneo le advirtió que era demasiado hermosa como para mantener por siempre lejos a todos sus pretendientes.
Apolo continuamente la persiguió, rogándole que se quedara con él, pero la ninfa siguió huyendo hasta que los dioses intervinieron y ayudaron a que Apolo la alcanzara. En vista de que Apolo la atraparía, Dafne invocó a su padre. De repente, su piel se convirtió en corteza de árbol, su cabello en hojas y sus brazos en ramas. Dejó de correr, ya que sus pies se enraizaron el la tierra. Apolo abrazó las ramas, pero incluso estas se redujeron y contrajeron. Como ya no la podía tomar como esposa, prometió amarla eternamente como su árbol y que sus ramas coronarían las cabezas de los líderes. Apolo empleó sus poderes de eterna juventud e inmortalidad para que sus hojas estén siempre verdes.

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