lunes, 17 de marzo de 2014

Unidad 16 - Píramo y Tisbe

Píramo y Tisbe habían crecido juntos en la ciudad de Babilonia, en Mesopotamia, viviendo toda su vida en casas adyacentes. Su amor era co­nocido desde siempre por sus padres, que no les permitían casarse ni tener contacto. No obstante, una grieta en la pared les per­mitía comunicarse y decirse palabras de amor en secreto.
Una noche decidieron salir y encontrarse a escondidas junto a una morera, a las afueras de la ciudad. Tisbe fue la primera en salir, cubierta con un velo para pasar desapercibida. Pero mientras esperaba junto a la morera la llegada de Píramo, una leona sedienta se acercó con el hocico aún cubierto de sangre, después de haber de­vorado a un buey, para beber en un ma­nantial cercano. La joven huyó aterrada hasta una cueva cercana, pero perdió el velo. La leona se acercó y olió el velo, manchándolo con la sangre del buey. Poco después llegó Píramo y, descubrien­do las huellas de la leona junto al velo en­sangrentado, no pudo aguantar la deses­peración. Creyó que la sangre era de Tisbe que había sido devorada y se clavó su pro­pia espada junto a la morera, inundando el suelo y las raíces con su sangre y haciendo que los frutos blancos se volviesen rojos desde entonces.
Poco después apareció Tisbe y, al encontrar el cuerpo de su amado junto al velo, supo de inmediato lo que había ocurrido. Descorazonada, se clavó la espada de Píramo mientras pedía descansar eter­namente junto a su amado y que el fruto se volviese negro en su memoria. Los dioses escucharon su último deseo y se lo concedieron. Los padres de Píramo y Tisbe que­maron sus restos en la misma urna.

Tisbe encuentra el cuerpo sin vida de Píramo y se clava su espada
Tisbe escucha por la grieta a Píramo

sábado, 15 de marzo de 2014

Unidad 15 - Eros y Psique

Eros, el hijo de Afrodita, solía actuar por su cuenta, disparando flechas de amor y desamor a diestro y siniestro, sin importarle adónde iban a parar sus peligrosos dardos. Pero también cumplía las órdenes de su madre cuando esta le decía a quien tenía que disparar, a quién no y con que tipo de flechas.
Un día, Afrodita le mandó que disparase una flecha a una princesa llamada Psique para que se enamorase del ser más asqueroso que vieran sus ojos. El motivo de esta extraña petición era que Psique era una muchacha tan bella que los habitantes de su país la veneraban más a ella que a la propia Afrodita, y la diosa del amor no podía consentir semejante agravio.
Eros se dispuso a obedecer, pero cuando tuvo a Psique ante sus ojos, fue victima del mismo dolor que él provocaba con sus flechas: Se enamoró perdidamente de ella y, por primera vez, desobedeció a su madre. Buscando la forma de estar con ella sin que Afrodita se enterase, planeó una estratagema: Hizo creer al padre de Psique que, por voluntad de los dioses, su hija debería ser colocada en la cima de un monte lejano, donde se uniría en matrimonio con un ser invisible cuya identidad no se podía revelar. Este ser invisible, por supuesto, no era otro que el propio Eros, que al no dejarse ver ni por su propia esposa, esperaba mantener oculto su amor ante los ojos de Afrodita.
El padre de Psique, obedeciendo apenado aquella orden, abandonó a su hija en el lugar indicado. La brisa del Zéfiro condujo a la muchacha hasta un lujoso palacio, donde oyó la voz del que a partir de entonces sería su esposo: "Psique, yo he de ser tu marido. Juntos viviremos aquí y tú tendrás cuanto puedas desear. Pero no podrás verme; si un día lo hicieras yo desaparecería de tu lado, y conmigo se iría todo cuanto ves, que a partir de ahora mismo ya es tuyo".
Aquella noche, los dos esposos se unieron y Psique encontró dulce y tierno el amor de su invisible pareja. Vivía feliz en aquel palacio y, aunque sentía una gran curiosidad por saber quién podía ser su amado, no se atrevía a desobedecer. Pero un día fueron a visitarla sus hermanas y, envidiosas del lujo en el que vivía Psique, la convencieron de que la causa de aquella situación tan extraña era que su marido debía de ser un monstruo horrible, y que por eso no se dejaba ver.
Tanto miedo provocaron en Psique, que esta, temerosa de que un día su esposo acabara con su vida, decidió descubrirlo y matarlo. Así pues Psique entró en el aposento donde dormía Eros y, llevando en las manos un cuchillo y un candil, se dispuso a descubrir el misterio. Pero al iluminar la estancia no vio a ningún monstruo, sino al ser más bello que había existido jamás. Su emoción fue tan grande que empezó a temblar, dejando caer una gota de aceite del candil sobre la piel de su esposo.
Eros despertó y, viendo que había sido descubierto, desapareció y con él se esfumaron el palacio y todo lo que rodeaba la vida de la infeliz Psique. Desesperada, Psique lo buscó por toda la Tierra; llegó a suplicar a la propia Afrodita que le dejase volver con su enamorado. La diosa, que todavía le guardaba rencor, la hizo pasar por una serie de pruebas terribles. La última fue que trajera un frasco del bálsamo de la belleza, que estaba en poder de Perséfone, diosa de los infiernos. Después de múltiples aventuras, Psique llegó al Hades y consiguió que la diosa del inframundo le diera el bálsamo. Pero mientras regresaba, subida en la barca de Caronte, a Psique se le ocurrió abrir el frasco; el bálsamo de la belleza la envolvió con su seductor perfume y la princesa se quedó dormida antes de poder alcanzar el reino de los vivos.
Eros, entonces, se dio cuenta de que iba a perder a su adorada esposa si se quedaba dormida en el Hades para siempre. Desesperado, pidió ayuda a Zeus y este consideró que el amor de Psique era verdadero, que en realidad no había causa para que sufriese aquella desgracia y que Afrodita ya la había puesto a prueba durante suficiente tiempo. Así que decidió intervenir: Ordenó que Psique fuera devuelta a la vida, pidió a Afrodita que se reconciliara con ella y finalmente la entregó a su enamorado, uniendo para siempre a Eros y Psique, al amor y al alma.

Eros duerme y Psique se acerca a él con el candil y el cuchillo

Eros y Psique (Cánova)